viernes, 16 de julio de 2010

Arte rupestre en Campo Lameiro (1)

1- Introducción:

Enclavado en pleno corazón del valle del Lérez, el municipio de Campo Lameiro atesora la mayor concentración de complejos de grabados rupestres prehistóricos al aire libre de todo el noroeste
peninsular, lo que le ha valido acertadamente el calificativo de «Capital del Arte Rupestre Galaico».
La preocupación por el estudio de los grabados rupestres de Campo Lameiro no es reciente. Es a primeros de siglo cuando comienzan a ser conocidos de la mano de Ramón Sobrino Buhigas, que
posteriormente los dará a conocer a través de su magna obra Corpus petrogly-phorum Gallaeciae. Su labor será continuada durante la década de los cincuenta por su hijo, Ramón Sobrino Lorenzo-Ruza, sin duda el mejor conocedor del arte rupestre galaico. Por esas mismas fechas es
de destacar la labor de búsqueda de Carlos Paratcha Vázquez. A inicios de los sesenta, una de las mayores personalidades de la investigación del arte rupestre, el italiano E. Anati, lleva a cabo estudios directos que incluirá en diversas monografías; esta labor es continuada a comienzos de la década siguiente por otro equipo italiano dirigido por C. G. Borgna. Finalmente, es a comienzos de los ochenta cuando Antonio Alvarez Núñez realiza el inventario sistemático de los complejos rupestres de la zona, que sirve de base a su Tesis de Licenciatura, desgraciadamente todavía inédita. Desde entonces, puede decirse que apenas existen estudiosos del arte rupestre prehistórico que no hayan al menos visitado los complejos rupeses de Campo Lameiro. Tras lo dicho, se comprende que el número, variedad y, sobre todo, calidad de los complejos rupestres de Campo Lameiro, hayan hecho de esta localidad uno de los puntos de referencia en todos los estudios de arte rupestre prehistórico, trascendiendo su fama mucho más allá de nuestras fronteras, como ponen de relieve no sólo las referencias en multitud de publicaciones sino los cientos de curiosos y de estudiosos del tema que se dan cita cada año para admirar e investigar estos preciosos testimonios de nuestros antepasados.
 
Es precisamente a estos visitantes a quienes va dirigida de forma especial esta publicadas. En ella hemos querido resumir, con el lenguaje más claro posible, el estado actual de la investigación sobre el arte rupestre galaico en general. No se trata, por tanto, de una guía al uso —como las publicadas en su día por M. C. García Martínez y Antonio Alvarez Núñez— sino de un breve compendio de nuestros conocimientos sobre el tema, que se acompaña con ejemplos e ilustraciones gráficas de los complejos rupestres de Campo Lameiro. En él hemos creído conveniente incluir los petroglifos de la localidad de Fentáns, no sólo por su incuestionable número y calidad, sino porque a pesar de pertenecer administrativamente al municipio de Cotobade, la realidad geográfica los incluye sin lugar a dudas en las tierras de Campo Lameiro.
 
2.—El Arte Rupestre Galico: Una definición 
Es bien sabido que en el noroeste de la Península Ibérica pueden distinguirse varios «grupos» de diseños grabados sobre rocas al aire libre. Naturalmente, no todas estas figuras coinciden ni en el aspecto temático ni en el técnico ni, mucho menos, en el cronológico. Una buena parte de los autores que han tratado el tema de los grabados rupestres de esta zona pasó por alto este detalle, creando con ello un gran confusionismo.

El que hemos convenido en denominar Grupo Galaico de Arte Rupestre presenta unas características propias tan acusadas que permiten su individualización sin excesivos problemas.
En primer lugar, se trata de figuras grabadas mediante una técnica de percusión indirecta con un instrumental presumiblemente lítico. Los surcos así dibujados han sufrido por efecto de la constante erosión un desgaste muy peculiar que provoca que en la actualidad se nos presenten con un perfil tan suave que en ocasiones hace sumamente difícil percibirlos con claridad.
En segundo lugar, la temática principal de nuestro arte rupestre es muy característica, y se concreta en dos grandes bloques: naturalista y geométrico.
El bloque naturalista es el que individualiza con mayor precisión del Grupo Galaico de los restantes focos rupestres europeos. Dentro de él, los diseños más frecuentes son las figuras de cérvidos de variada gama, estilísticamente a caballo entre la estilizacióm y el esquematismo; junto a ellos, algunos équidos de la poblada cola y seres humanos de gran simplicidad formal. Variadas figuras antropomorfas y representaciones aceptablemente fieles de armas de estatus —puñales, espadas cortas, alabardas y escudos y de «ídolos-cilindro» completan a grandes rasgos este repertorio naturalista.
 
El bloque geométrico es el más numeroso y el de mayor dispersión geográfica. Al tiempo, es el que

mayores puntos de contacto ofrece con otros focos rupestres europeos, preferentemente de la órbita atlántica. Lo integra una amplísima gama de combinaciones de círculos concéntricos, espirales, y, en menor proporción, diseños laberínticos, esvásticas, cuadrados, etc.. Representa un universo de gran complejidad que sin embargo no se puede disociar del repertorio naturalista.
Por último, el Grupo Galaico de Arte Rupestre aparece siempre en relación directa con las rocas graníticas, preferentemente las de la variedad de grano fino, que constituyen su soporte habitual. La localización espacial de los complejos rupestres muestra un núcleo central, tanto desde una perspectiva cuantitativa como cualitativa, coincidente con las tierras del valle medio del río Lérez, concretamente los municipios de Campo Lameiro y Cotobade. A partir de este lugar, los núcleos de grabados rupestres se van haciendo progresivamente menos numerosos y de temática mucho más pobre y repetitiva, descendiendo de forma harto elocuente su calidad. Este proceso es rápido hacia el interior y hacia el norte, en tanto que se torna más lento en dirección sur, por lo que parece sensato suponer que el fenómeno rupestre galaico es propio del área atlántica, preferentemente de la zona de las Rías Baixas, aunque con ciertas filtraciones cara al interior.
Vemos por tanto que estamos ante una manifestación «artística» muy peculiar, con soportes, técnica, temática, estado de conservación y dispersión geográfica característicos; es decir, ante un grupo de arte rupestre perfectamente individualizado.

3- Cronología del Arte Rupestre Galaico:
Si hacemos caso de la visión tradicional, nuestros grabados serían la producción «artística» más destacada de un período arqueológico en apariencia muy concreto —la Edad del Bronce— pero que en realidad abarcaría algo más de un milenio, amplitud cronológica demasiado destacada para que no se hubiesen producido a lo largo de su desarrollo mayores o menores alteraciones en los

aspectos principales de los grabados a semejanza de lo que se observa en otros focos de arte rupestre al aire libre con ciclos de larga duración. Pero nada de esto se distingue con claridad en el Grupo Galaico, en el que además están prácticamente ausentes las superposiciones de motivos y donde la sin cronía entre las figuras de cada panel parece fuera de toda duda razonable en la práctica totalidad de los casos. Todo parece indicar que estamos ante un fenómeno de corta duración pero de gran intensidad. Aunque desde finales de la década de los setenta es aceptada casi sin discusión la vinculación de los grabados rupestres galaicos con la Edad del Bronce en líneas generales, la investigación más reciente está precisando mucho mejor el tema. Nuestra opinión particular es que el Grupo Galaico de Arte Rupestre es obra de alguna o algunas de las comunidades humanas asentadas en nuestro territorio durante la transición entre el III y el II Milenios a.c., período coincidente con el desarrollo inicial de la Metalurgia. Éllo es así por dos motivos principales: En primer lugar, porque los temas representados que proporcionan una datación relativa —espadas cortas, puñales, alabardas e «ídolos-cilindro»— se refieren siempre a modelos propios del período abierto entre los

mómeñtosfinales del III Milenio y el siglo XVIII a.c. aproximadamente. Durante este período sabemos que se grabaron tanto las figuras de armas como de «ídolos-cilindro», junto con otros motivos del repertorio clásico asociados. Pudiera parecer poca cosa, pero al menos estamos ante un dato contrastado.
En segundo lugar, porque en el caso estudiado de la península del Morrazo se aprecia una más que evidente relación entre los asentamientos de la transición III-II Milenios a.C. y los complejos de grabados rupestres, al situarse estos últimos circundando" los territorios inmediatos a los asentamientos.



4.—Temática
Más arriba hemos puesto énfasis en la división de la temática propia del Grupo Galaico de Arte Rupestre en dos grandes bloques: naturalista y geométrico.



4.1.  El bloque naturalista: 
Los temas más o menos naturalistas son los que dotan de marcada personalidad a nuestro grupo de arte rupestre y lo diferencian de otras manifestaciones semejantes de la órbita europea. En el aspecto estilístico, nos encontramos con diseños a media distancia entre la estilización más o menos definida y el puro esquematismo. Los temas más frecuentemente representados son los zoomorfos —cérvidos y équidos en su mayor parte—, la figura humana, los antropomorfos y las figuras de objetos muy concretos como son ciertos modelos de armas y los «ídolos-cilindro».
Los cérvidos son las figuras zoomorfas de aparición más frecuente. Con una dispersión geográfica muy definida que apenas sobrepasa los actuales límites de la provincia de Pontevedra, en ocasiones aparecen aislados, aunque lo más normal es que compartan la roca con los diseños del bloque geométrico.


En el plano estilístico pueden distinguirse dos grandes grupos. Uno de aspecto estático, en el que la figura está dibujada con dos líneas básicas: la inferior contornea el interior de las patas y el vientre; la superior dibuja el exterior de las patas, cuello, cabeza y lomo. El otro grupo es de aspecto dinámico y en él los animales se representan claramente al galope; los cuartos traseros muestran un plano elevado con relación a los delanteros, y la parte inferior de cada par de patas aparece unida por la misma línea y apunta al espacio situado bajo el animal. Casi todos los ciervos exhiben pequeñas colas; algunos presentan poblada cornamenta, y en bastantes ocasiones se destacan con claridad los genitales. Menos veces se han dibujado los ojos o la boca del animal.

Dentro de esta iconografía básica son fácilmente perceptibles ligeras variantes locales que nos podrían hablar de la existencia de estilos propios de zonas muy concretas.
Un análisis somero de los paneles con figuras de cérvidos ofrece detalles; djgnosdeconsjder ación. En numerosas ocasiones, el artista ha pretendido plasmar la realidad natural con mayor o menor fortuna. Ciertos atisbos de perspectiva pueden rastrearse en los diferentes tamaños de algunos animales y en su disposición sobre la superficie grabada. Manadas de ejemplares de diferente sexo y edad, representadas en actitud tranquila o "en plena estampida, muestran una aguda y precisa observación de la realidad. No faltan las escenas del ciclo reproductivo de los ciervos —grandes machos en celo berreando, cópulas, etc.—. Finalmente, escenas explícitas de caza o animales claramente heridos por armas arrojadizas o con jadizas o con trazos sobre su vientre y cuello que podrían interpretarse como heridas. Determinados autores atribuyen a esta preferencia por las representaciones de ciervos un contenido simbólico relacionado con la fecundidad animal.
Dentro del apartado de figuras zoomorfas, en ocasiones surgen determinadas representaciones que, aunque mantienen las mismas características estilísticas que los cérvidos, carecen por completo de rasgos distintivos. Lo más probable es que se trate de ciervos jóvenes o de hembras, pero cabe también la posibilidad de que los autores pretendiesen plasmar otra especie de cuadrúpedo. De igual forma, siempre se han querido incluir dentro de la temática zoomorfa del Grupo Galaico de Arte Rupestre ciertas supuestas figuras serpentiformes. En realidad, sólo conocemos, una imagen que se pueda relacionar claramente con la serpiente: la grabada en el gran complejo de A Boullosa; las restantes, o bien son meras líneas ondulantes, o bien no tienen relación alguna con nuestro grupo de arte rupestre, como es el caso de la conocida representación del Castro de Penalba. Por último, es obligado hacer referencia a ciertas curiosas huellas de pezuñas que alcanzan un realismo fuera de lo común en el panel horizontal de la Pedra das Ferraduras.
 

Tanto las figuras de seres humanos como los diseños antropomorfos son temas relativamente minoritarios dentro del Arte Rupestre Galaico. Aquellas se caracterizan por un diseño muy simple, casi esquemático, y un reducido tamaño; estas, por el contrario, presentan una gran variabilidad formal y mayores dimensiones.
Desde un punto de vista meramente iconográfico, las representaciones humanas conocidas aparecen en dos actitudes diferentes: cazando pie a tierra o cabalgando. Cuando van a pie,

estilísticamente se reducen a un diseño en el que un punto señala la cabeza; bajo ella, una sencilla cruz dibuja el torso y los brazos, completándose la figura con la adición de dos trazos en ángulo a modo de piernas. Muy ocasionalmente, con una simple línea se plasman los genitales masculinos, y en la mayoría de los casos enarbolan en cada brazo un arma arrojadiza con la que acosan a los ciervos.
En las escenas de equitación, las figuras humanas muestran, por lo general, un estilo diferente. Como era de esperar, casi nunca se representan las piernas del jinete, y si se hace, es colocandolas paralelas en plano frontal. Ahora, una línea ininterrumpida contornea el torso y la cabeza, con lo que la figura gana el volumen y la plasticidad de que carecían las anteriores. Con uno de los brazos exhiben un arma arrojadiza, mientras que con el restante sujetan las bridas o agarran directamente la cabeza del caballo.
 

Los animales representados en las escenas de monta son, en la mayor parte de los casos, caballos al galope, de estilo muy semejante al de los cérvidos pero de los que difieren con claridad por su larga y espera cola. Dos o tres montas de ciervos podrían interpretarse tal vez desde la óptica simbólica y/o conegética.

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