martes, 6 de abril de 2010

Arte, Tecnología & Cultura


por: Jesús Arpal Poblador
 
Facultad de Bellas Artes
Departamento de Sociología II UPV/EHU

"Presencias y representaciones del cuerpo"

Tal y como ha recordado Chartier, historiador y sociólogo de la cultura, y como glosa Louis Marin (semiólogo y teórico del arte) en su compilación "De la Représentation" (Paris, 1994), Furetiére, jansenista francés, autor a fines del siglo XVII de un Diccionario Universal, distingue dos acepciones del término "représentation". La primera, se refiere a la capacidad (mental y sensorial, teórica y práctica) de sustituir lo presente (directamente experimentable, evidente, presente en el tiempo y en el espacio) por algo (idea, imagen; persona, cosa o artefacto) que lo suple con tal eficacia o validez que funciona como si lo sustituido estuviera presente. La segunda se refiere una actividad que refuerza la presencia, fundamentalmente escenificando (una auténtica "mise en scéne"), implementando con diversos elementos una presencia para que adquiera un renovado valor o significación. El propio Furetiére ejemplifica ambas acepciones en la práctica social con respecto a la muerte. Se puede sustituir al difunto con una representación (frecuentemente una imagen), pero también se le puede disponer de forma tal que aumente su presencia. Objetos, personas, rituales y acondicionamientos del cuerpo y del espacio, intervienen en cualquiera de las dos acepciones. Son los vehiculos para lograr una representación eficaz que es relativa a toda cultura que elabora creencias, valores, conocimientos ante la experiencia del paso del tiempo y en concreto del final del cuerpo o de una forma de presencialidad de la persona. Socialmente (desde los otros) no basta con la pura presencia "natural"; hay que intentar la pervivencia en el tiempo (e incluso en el espacio) o reforzar (sobretodo espacialmente) la presentación de la persona. Los rituales y los instrumentos de puesta en escena tienen un arte específico: el teatro, las artes escénicas y en ellas la representación de muchas historias o sucesos, lejanos o no realmente presentes, se hace con una escenografía pero también con cuerpos que, con su fuerte presencia (presencia reforzada técnicamente), vehiculan la representación.
La permanencia en el tiempo, el renovar en presentes sucesivos o el alcanzar la duración, tienen sus técnicas y su arte (monumentalización, interiorización; relato oral y escrito; fijación en imágenes; memoria, en definitiva).


(*) este texto constituye parte del marco teórico - metodológico de la investigación "Construcciones socioculturales del cuerpo y nuevas tecnologías", acogida a la financiación del Vicerrectorado de Investigación de la UPV / EHU (proyecto I /UPV 0002.323-H14827/2002 dirigido por J. Arpal)

La memoria es una de las facultades humanas, por medio de la cual lo que en psicología se ha denominado "mente representacional" (un atributo general y específico de la mente humana, su capacidad de elaborar representaciones y atenerse a ellas) puede salvar las distancias en el tiempo trayendo al presente el pasado, haciendo que experiencias anteriores acompañen a las presentes; lo cual conlleva una ampliación de nuestro campo de experiencias y una agregación o puesta en relación de diferentes experiencias y representaciones. En la definición más psicosocial de las representaciones, estas se organizan como mapas cognitivos que orientan nuestras acciones y nuestros pensamientos.
Como puntualizaba el teórico de la memoria colectiva, el sociólogo M. Halbwachs, la memoria es selectiva y no tiene por qué ser inconsciente; la capacidad de traer el pasado al presente no supone que se tenga que perder la conciencia de esa distinción, tampoco se trata de una disposición mecánica o pasiva que registre y almacene y luego dé salida a la información retenida.
Activamos la rememoración de experiencias/representaciones pasadas o del pasado de acuerdo con situaciones del presente no solo objetivas y exteriorizadas, sino también subjetivas e interiorizadas.
Para Halbwachs (como para los sociólogos y antropólogos que se adscribieron al cuerpo teórico y metodológico propuesto por Durkheim), las representaciones construidas desde la memoria u otras facultades genéricas del hombre (imaginación, reflexión) pueden considerarse no tanto producidas por el individuo, sino como una construcción resultante de la agregación de imágenes y experiencias de múltiples individuos que llegan a constituir un producto (las representaciones colectivas) que superan los límites de lo individual. Para esta perspectiva sociológica (de raíz Kantiana) la sociedad misma descansaría básicamente en la existencia de representaciones comunes, que son compartidas por múltiples individuos y que tienen la legitimidad y el valor de ir más allá de la peripecia individual. Por ejemplo, nociones de espacio o de tiempo que constituyen la base de la coincidencia colectiva o la solidaridad o el orden de la sociedad (y que en sus variaciones diferencian a unas sociedades de otras). Este es uno de los ejes centrales de la sociología de Durkheim (a la que se incorpora Halbwachs) y que le lleva a una doble radicalidad: la sociedad no es sino una representación colectiva, una noción necesariamente compartida (para que la sociedad siga vigente), y la eficacia práctica de estas representaciones, es tal que lo presente y lo representado vienen a ser lo mismo; contamos con una representación tan objetiva y obvia, con algo tan evidente y fáctico (e incluso "naturalizado"), que se nos impone a nosotros mismos como una realidad común o compartida; a pesar de que sólo tengamos experiencias presenciales de la existencia e interdependencia de otros individuos o de grupos concretos y no de la sociedad como un todo.
Las representaciones, las ¡deas que nos hacemos de algo y que valen como si ese algo estuviese a la vista o al alcance de la mano, sustituyen nuestras experiencias, no solo anteriores (las "memorables") sino también exteriores: la educación es una institución social que se ocupa específicamente de que compartamos las experiencias y representaciones de otros exteriores (y anteriores) a nosotros. Los medios de comunicación, de manera creciente en su desarrollo organizacional y técnico modernos, alteran y extienden los componentes y los procedimientos de la representación.
La cultura puede verse, en gran parte, como un conjunto de representaciones (de construcciones mentales que dan sentido u orientación al comportamiento) con claras correlaciones con lo colectivo: por una parte, porque con la coincidencia en esas ideas se construyen grupos, sociedades, agregados colectivos (Gurvitch sería el sociólogo que investigaría la multiplicidad de concepciones del tiempo correlativas a los diferentes agregados colectivos); y por otra, puesto que la misma noción de colectivo (pueblo, nación, estado, sociedad,...) es una representación (una abstracción/globalización de experiencias y representaciones particulares) que se construye en la interacción e intercambio de unos con otros y que llegan a ser una innegable realidad.
Esta producción de cultura colectiva (sea más bien dada o impuesta, o sea construida en experiencias presenciales de manera más) activa, se realiza mediante unos vehículos. El primero de ellos, la lengua que permite y activa los intercambios tanto de las: deaciones de la experiencia como de la propia noción de colectivo estructurado por compartir una lengua. Vehículo tanto más primario cuanto que la noción de grupo humano descansa en su capacidad de interacción simbólica o reflexiva a partir del lenguaje.


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Presente no supone que se tenga que perder la conciencia de esa distinción, tampoco se trata de una disposición mecánica o pasiva que registre y almacene y luego dé salida a la información retenida.
Activamos la rememoración de experiencias/representaciones pasadas o del pasado de acuerdo con situaciones del presente no solo objetivas y exteriorizadas, sino también subjetivas e interiorizadas.
Para Halbwachs (como para los sociólogos y antropólogos que se adscribieron al cuerpo teórico y metodológico propuesto por Durkheim), las representaciones construidas desde la memoria u otras facultades genéricas del hombre (imaginación, reflexión) pueden considerarse no tanto producidas por el individuo, sino como una construcción resultante de la agregación de imágenes y experiencias de múltiples individuos que llegan a constituir un producto (las representaciones colectivas) que superan los límites de lo individual. Para esta perspectiva sociológica (de raíz Kantiana) la sociedad misma descansaría básicamente en la existencia de representaciones comunes, que son compartidas por múltiples individuos y que tienen la legitimidad y el valor de ir más allá de la peripecia individual. Por ejemplo, nociones de espacio o de tiempo que constituyen la base de la coincidencia colectiva o la solidaridad o el orden de la sociedad (y que en sus variaciones diferencian a unas sociedades de otras). Este es uno de los ejes centrales de la sociología de Durkheim (a la que se incorpora Halbwachs) y que le lleva a una doble radicalidad: la sociedad no es sino una representación colectiva, una noción necesariamente compartida (para que la sociedad siga vigente), y la eficacia práctica de estas representaciones, es tal que lo presente y lo representado vienen a ser lo mismo; contamos con una representación tan objetiva y obvia, con algo tan evidente y fáctico (e incluso "naturalizado"), que se nos impone a nosotros mismos como una realidad común o compartida; a pesar de que sólo tengamos experiencias presenciales de la existencia e interdependencia de otros individuos o de grupos concretos y no de la sociedad como un todo.

Las representaciones, las ¡deas que nos hacemos de algo y que valen como si ese algo estuviese a la vista o al alcance de la mano, sustituyen nuestras experiencias, no solo anteriores (las "memorables") sino también exteriores: la educación es una institución social que se ocupa específicamente de que compartamos las experiencias y representaciones de otros exteriores (y anteriores) a nosotros. Los medios de comunicación, de manera creciente en su desarrollo organizacional y técnico modernos, alteran y extienden los componentes y los procedimientos de la representación.

La cultura puede verse, en gran parte, como un conjunto de representaciones (de construcciones mentales que dan sentido u orientación al comportamiento) con claras correlaciones con lo colectivo: por una parte, porque con la coincidencia en esas ideas se construyen grupos, sociedades, agregados colectivos (Gurvitch sería el sociólogo que investigaría la multiplicidad de concepciones del tiempo correlativas a los diferentes agregados colectivos); y por otra, puesto que la misma noción de colectivo (pueblo, nación, estado, sociedad, ...)es una representación (una abstracción/globalización de experiencias y representaciones particulares) que se construye en la interacción e intercambio de unos con otros y que llegan a ser una innegable realidad.
Esta producción de cultura colectiva (sea más bien dada o impuesta, o sea construida en experiencias presenciales de manera más) activa, se realiza mediante unos vehículos. El primero de ellos, la lengua que permite y activa los intercambios tanto de las :deaciones de la experiencia como de la propia noción de colectivo estructurado por compartir una lengua. Vehículo tanto más primario cuanto que la noción de grupo humano descansa en su capacidad de interacción simbólica o reflexiva a partir del lenguaje. El segundo (y esta ordenación es algo capciosa) sería el cuerpo humano; su capacidad plástica y expresiva , su configuración unitaria y al mismo tiempo factorial, su dina-micidad y movilidad, el desarrollo particular de su mente y de los lenguajes (desde el propiamente concretado en la fonación y en la escritura, hasta todos los gestuales o aditamentos del cuerpo con capacidad comunicativa); que en algún momento constituye un medio de representación y una representación en sí mismo, según las diferentes configuraciones y emisiones que produzca. Y todo ello con una conciencia específicamente humana (diferenciable de otros seres vivos) y unas técnicas llamativamente ricas y socializadas desde las sociedades más primitivas (un trabajo liminar en ciencias sociales sería el de M.Mauss, también miembro de la llamada escuela durkheimiana). La cultura del cuerpo conlleva un cultivo.
En definitiva sería un vehículo que auna la configuración física expresiva (¡ntercomu-nicable en la percepción sensorial y con sus reelaboraciones en la mente representacio-nal) y con un desarrollo del intercambio productor de representaciones a través de un lenguaje de alta operatividad comunicativa y que conlleva elaboraciones mentales más o menos abstractas y compartibles. En su extremo, la propia palabra representa (con una relación más o menos arbitraria, pero de gran eficacia) la cosa: sea el nombre común o propio. Pero ese lenguaje y esa mente están encarnados, están constituidos (y son constituyentes) de cuerpo humano. De ahí que esa ordenación de los vehículos resulte bastante capciosa. Una de las representaciones, míticas y filosóficas, de la cultura occidental enunciaba: "y el Verbo se hizo carne". En la alternativa propuesta por la_art¡sta_Orlan (y representada en su obra), "la Carne se hizoJ7erbo".
Ün tercer vehículo, que atraviesa así mismo los anteriores, es la técnica. Aquellos conocimientos, producto de la racionalidad humana (ciencia en la civilización moderna occidental, arte en otras nomenclaturas tradicionales), en cuanto aplicables o dispuestos para la intervención en los procesos históricos. Pero en la cultura moderna además de ser la representación más eficaz del progreso o del desarrollo (orientado a las sociedades, a los grupos y a las personas) ha adquirido una complejidad y ampliación de su capacidad de intervención (productiva e incluso destructiva) que de ser identificada como artesanía o artificacíón, con mediaciones sencillas y resultados a escala humana (o de complementaron de la naturaleza), o de ser una actividad regida desde la progresión del conocimiento científico (la racionalidad deductiva o inductiva a partir de experiencias metodológicamente controladas) ha pasado a presentarse como tecnología, planteando una lógica propia o centrada en la resolución técnica, incluso decantando la ya significativa copulación, científico y técnico que venia apellidando el desarrollo moderno. Muy especialmente porque las técnicas de tratamiento e intercambio de información (y de manera muy singular las de construcción y difusión de imágenes) han afectado al lenguaje (redes telemáticas, memorias electrónicas) y afectan de manera creciente al cuerpo humano (a su imagen y a su estructura). La biotecnología (y su correlato la ingeniería genética) serían el paradigma del desplazamiento del "logos" humana hacia-lo "tecno" (lo resoluble en términos operativos/productivos con sofisticadas mediaciones electcónicasl.y al mismo tiempo el continuado avance en la intervención exploradora y correctora de los procesos naturales que lleva asumir (más allá de los problemas de la experiencia en vivo o de la experiencia en el laboratorio convencional) la construcción de experimentación con sistemas informacionales y figurativos que por su capacidad de simulación (o de realidad virtual) conllevan una alteración significativa de los sistemas de representación . Más allá de la cultura industrializada (Adorno) o de la era tecnotrónica (Brzezinsky), pasamos a la sociedad de la información (Castells) o directamente a la telépolis con sus cosmopolitas domésticos y sus señores del aire (Echeverría).
La técnica ya no es la defensa ante la naturaleza o la búsqueda de su control para la puesta en producción a luz del conocimiento y de los intereses míticos, filosóficos o científicos.
La "materia prima" es la propia representación tecnoelectrónica o telemática, la materia construida en los nuevos laboratorios informacionales, con operaciones que conllevan productividad y control en la propia red, en el espacio-tiempo de la información, desplazando la estructura central de la sociedad (nuevas formas de poder y orden a escala mundial o globalizada) y planteando nuevos procedimientos, nuevas configuraciones y alteraciones de la cultura tanto en lo que tiene de valores, creencias, y conocimientos, como en lo que tiene de representaciones. Y ello afecta a las relaciones con otros y a la propia entidad del sujeto-encarnado (el hombre en sentido integral).
Desde esta perspectiva, las tecnologías de la comunicación y especialmente los desarrollos electrónicos en la construcción y difusión de imágenes más que atenerse al ámbito de la comunicación (interacción entre personas) habrían de considerarse como tecnologías de la representación: gran parte de nuestro mundo (por ejemplo el mundo contemporáneo con lo que eso supone de una concepción de la solidaridad y de la integración social) descansa en representaciones electrónicamente difundidas y construidas como imágenes y sonidos (y textos que muchas veces tienen una percepción cuasi-icónica).

La importancia de ¡as imágenes en las culturas (modernas y otras) ha sido bien presentada por G.Durand, poniendo de manifiesto si ¡conicidad (su capacidad de simbolización o excitación de construcciones mentales a partir de su propia materialidad o presen-cialidad inmediata ) y también las reacciones de adoración y de temor, o de persecución desde el poder (las distintas iconoclastias); pero también de utilización de su capacidad emblemática para desarrollar todo tipo de discursos y acciones, (religiosos, políticos, económicos). La renovada y alterada producción de imágenes atenta a su significación y validez no sólo por la ampliación y extensión de sus receptores o la multiplicación cuantitativa de las emisiones, sino por la particular codificación y decodificación, las distinciones con respecto al icono tradicional en su propia matriz productiva y en los procedimientos de recepción. Más allá de valoraciones simplistas sobre su eficacia ("la imagen que vale más que mil palabras") o su novedad (civilizaciones o culturas de imágenes ha habido muchas), sí es cierto que ordenan la mente y la práctica social de manera diferente. Producen nuevos mapas cognitivos y una manera distinta de relacionar sus componentes, sus signos convencionales y sus escalas. Y plantean nuevas formas de socialidad (de relaciones e interacciones colectivas e individuales) que afectan al modelo de sociedad y a la cultura.
Estos nuevos medios y esta nueva estructuración de las relaciones ¡nterpersonales y grupales, esta nueva forma de textualidad y de lectura, y de estructuración de la economía y la política se corresponden con un modelo sociológico de colectividad (en la que los bienes simbólicos, su capitalización e intercambio estructuran la sociedad a todos los niveles, según la elaboración de Bourdieu): en definitiva la de las representaciones producidas tecnológicamente que afectan a las propias representaciones que los individuos y los colectivosse hacen de lo social y ¡a sociedad pero tambtén'afmo^do^de nj^moslmá-génes mentales sobre nosotros yjos otros con las que operamos en nuestros comporta-miéntos; en definitiva hay una imaginería distinta de lo humano y de su entorno y una diferente manera de construir nuestros imaginarios individuales/colectivos.

De la imagen fotográfica (y su traslado del papel al monitor y a la digitalización ) a la imagen cinematográfica ( y su renovación por la digitalización y la teletransmisión ) y del texto impreso en el libro al teletexto y las nuevas formas de textualidad, se replantea profundamente la "operación de leer" y percibir; y esto afecta a los sistemas de representación. Pero también afecta a algunas de las representaciones del espacio y tiempo (nociones básicas en la ordenación de las sociedades, como se ha señalado en la sociología clásica ) puesto que el orden de la simultaneidad y el orden de la sucesión (características de la civilización occidental)adquieren nuevas posibilidades y esto atañe a sus relaciones con el espacio y a todas las experiencias e ideaciones entorno a la movilidad y la distancia.
Para ejemplificarlo en una referencia concreta y anticipada ya: la memoria tiende a depositarse en lugares (depósitos cargados de memoria, monumentos, sedes) que activan su capacidad representacional al visitarlos y recorrerlos ritualmente de forma presencial y corporalizada (los lugares de peregrinación). ¿Qué puede significar su traslación o sustitución por redes de no lugares o por cuerpos virtuales o simúlameos?

En el Arte histórico y en el Arte contemporáneo (con diferencias étnico-culturales, políticas y económicas) se han afrontado las representaciones utilizando diversos vehículos y técnicas. Al mismo tiempo y no desligándose de la sociedad (más o menos) moderna, técnica o tecnologizada) el Arte (las distintas manifestaciones de lo artístico) no sólo sustituyen eficazmente algo que no está presente por abstracto o emotivo, por distante o próximo que sea sino que tienen una especial capacidad de jugar con la presencia y no presencia: desde la mutación alteración o perversión del valor y la entidad de los materiales (que adquieren significados y percepciones más allá de su presencia "natural"), hasta técnicas de formalización y figuración (la perspectiva pudo ser un procedimiento técnico-científico del arte como representación cultural), y, sobretodo, de jugar con la presencia/ausencia y las representaciones sustitutivas (figuraciones, simulaciones, trasposiciones y perversiones) al mismo tiempo que con las puestas en escena de lo presencial (las "performances" de manera genérica). Estos juegos, estos "tropos" entre la presencia y la representación tienen una de sus manifestaciones más complejas e integrales en la consideración y tratamiento del cuerpo humano..
Sí la representación en el arte puede perseguir una suspensión o alteración del tiempo (alcanzar lo sublime), las disponibilidades técnicas asumidas o confrontadas por el arte (y especialmente desde la técnica fotográfica y la reproductividad y capacidad de difusión de las imágenes tecnológicamente producidas), plantean una conmoción de los métodos y de la propia concepción de la representación artística. Especialmente desde la alteración de las distancias espacio-temporales en que descansaba la contraposición de presencia y representación.

Por referencia al cuerpo, puede centrarse modélicamente esta doble y relacionable forma de representación que puede postularse como definidora de la capacidad de lo artístico. Además de toda la tradición de considerar el cuerpo humano como vehículo
(racionalizado y expresivo) de representaciones de todo orden (filosófico, moral, político, religioso, sensual,...), más aquí de su plasmación figurativa como objeto estético o marca de estilo, en las artes plásticas (o de la imagen o "visivas") se está experimentando, en las últimas décadas, con esa dialéctica de la presencialidad del cuerpo (y particularmente del propio cuerpo del artista) al mismo tiempo que con la disponibilidad de las formas corporales para ser representadas y ser representativas de múltiples ideas o vivencias. Bien es cierto que en otras artes 8de diferenciación muy relativa, como la danza o el teatro) la presencialidad del cuerpo se constituía en requisito de su pretensión estética; pero no es menos cierto que esa presencialidad se plantea distintas mediaciones: desde los artificios de la máscara, el vestuario, las técnicas transformadoras de la plasticidad o la expresividad del cuerpo, hasta las mediaciones técnicas que llevarán a la interacción mediada con los cuerpos de cine o de la videodanza ( o de construcciones televiasualizadas).
De todas maneras estas transicio_nes_o hibridaciones entre la presencialidad y la repre-sentacionalidad del cuerpo humano en los mundos del arte contemporáneo, y especialmente con el desarrollo e implantación de las nuevas tecnologías pueden conformar tanto manifestaciones críticas de la tecnologización ( en su dimensión más alienante 1. como asunciones críticas de los límites del cuerpo (objeto resultante de culturas tradicio: nales y modernas ) y también expectativas liberatorias de esas constricciones a través de lo tecnológico (y no sólo por los desasrrollos comunicacionales y representacionales, sino por la posibilidad de repensar el cuerpo humano). De Foucault y sus análisis sobré "lis políticas del cuerpo o la radicalidad política del cuerpo humano a las propuestas de Haraway sobre el "Cyborg" se presentan discursos teóricos de fuerte conexión con el arte contemporáneo: la sexualidad y el género han marcado parte central del debate (epistemológico y estético, teórico y práctico ). Pero los propios movimientos socioculturales idean y practican presencias y representaciones del cuerpo en donde las propuestas y hallazgos tienen una dimensión claramente estética (o estilística) y no sólo como un adorno, un reforzamiento de los principios ideológicos o de la propia espectacularidad del movimiento, sino como una experiencia colectiva (en la que la presencia y la representación se confunden por la propia doble dimensión de la corporalidad). Desde el modelo "sltuacionísta" (significativamente implicativo del arte y lo social) hasta las ideaciones orientales y occidentales sobre la corporalidad (Jung sería un puente y referente significativo), las formas de ocupar el espacio con el cuerpo y de ocuparse del cuerpo como espacio - tiempo integral (físico-espiritual) replantean o plantean alternativas al arte y a la cultura de la tradición occidental.
Especialmente significativas serían las experiencias de "happenings" y "performances" (que no han evitado, en general, su registro tecnologizado) o las instalaciones e intervenciones, que han asumido plenamente la propuesta tecnológica redefiniendo profundamente el "lugar social del arte" y el propio "ser" del arte. Y en todo ello, de Cage a Fluxus y Nam June Paik, de los accionítas vieneses a Gina Pane, de Stelarc (o Marcel lí Antúnez) y Orlan (o Marina Núñez), a los nuevos experimentadores del arte biológico o del arte electrónico, los juegos del cuerpo y sus relaciones con el espacio-tiempo plantean nuevas dimensiones de las corporalidades y su presencia/representación.

Dos referencias "pedagógicas": la revista "Quasimodo" (Montpellier, desde 1996) ha perseguido, desde dentro de las propias propuestas críticas y alternativas, una cierta contracultura del cuerpo. El reciente "Corpus Solus" de JA Ramírez (2002) desde una historia del arte, que no rehuye el ensayo "imaginativo", plantea una relección de artistas y obras contemporáneas expresivas de la capacidad representacional del cuerpo en las artes plásticas (dibujo, pintura, fotografía).

Desde una perspectiva más bien sociológica y dentro de los límites de una sencilla investigación de un equipo universitario "emergente", planteamos un esquema de trabajo que puede servir de orientación e información a posibles estudiosos del tema ("La construcción sociocultural del cuerpo").


Presencias y representaciones del cuerpo en el espacio 
(Arte, Tecnología, Cultura)
Avance del proyecto de investigación

a) Representación metodológica:
Relaciones CUERPO // ESPACIO // TIEMPO
y su resolución en Arte, Ciencia y Cultura modernas.

b) Marco teórico: 
 Teorías de la representación (MARIN, CHARTIER._) elaboraciones a partir de modelos de sociedad (pre - moderna - postecnologizada - telemática - global mundializada)

c) Observables:Fenómenos/casos significativos del arte y su mundo: conocimientos, creencias, valores, experiencias, obras, tendencias; agencias y actores; métodos, temas, composiciones; formas, figuraciones.

Presupuestos Situaciones / tipo (definidas según metodología, teoría y observables)


Desarrollos a investigar: 
 "Límites y lugares del cuerpo" (formas, figuras, materialidades, significaciones)
"Articulaciones con el espacio" (entornos, escenarios, localizaciones) y el tiempo ("Cronos" / "Kairos, duración, memoria) y sus "resoluciones" en las Artes: cuerpo-canon, cuerpo-signo, cuerpo acción, naturaleza/espíritu; sexo-género; figura-volumen; ícono anotropocentrismo, subjetivismo, organicismo; cuerpos ideales; cuerpos deformes; corporizaciones; cuerpos relacionales; escenificaciones; ritualidades; simbolizaciones.
(*) Este esquema es el punto de partida de una parte del proyecto antes citado del que me ocupo personalmente con la colaboración de Ana Martín. Se refiere, sobre todo, al Arte como modo de conocimiento y experiencia, en una sociedad tecnologizada y se centra en la representación del cuerpo.

Otras partes están a cargo de Carlos H. Sierra e Ignacio Mendiola y otros colaboradores del Grupo de Estudios del Cuerpo, la Cultura y la Tecnología (GECUTEC).




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